Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de diciembre, 2015

Subconciente maldito

No soy ningún imbécil para hacerme daño solo. Si hiciera eso, al final solo me culparé a mi. Y no hay gracia en eso. Nadie puede vengarse de si mismo. Tener un foco, un culpable, o un causante en estos casos es lo ideal. El sentimiento de venganza en esas circunstancias hace nacer, crecer, conocer, y sacar cosas de ti que no hubieras logrado con nada. Ahora que lo pienso, mas que sentimientos de venganza, deberías sentirte agradecido. Vamos, anda, ve y AGRADÉCELE! No todos tienen el poder de ingresar metáforicamente en tus intestinos, y mostrarte toda la mierda que ni sabías que llevabas dentro. Se consciente y agradécele! El único problema es que mientras tu consciente agradece, tu subconsciente te mira con desprecio y se compadece de tí. E indefectiblemente sucederá. Al final. tu subconsciente es el que queda mas golpeado. Por consecuencia, tu subconsciente será el que tome venganza. No tú. Usando sus propios medios. Sus malditos e indecifrables medios. Lo peor es que

Craso Error

Estoy furioso. Esa es la palabra. Me jode que la gente no sea como yo. Ya está. Lo dije. Me jode que le cueste hacer lo correcto. O hacer lo incorrecto. O matar a alguien, o regalar su mayor tesoro.  Lo que sea que tenga que hacer, pero con decisión. La indecisión, la duda, el agua tibia, el ni fu ni fá, el webeo, la mecida, las medias luces, me enerva. Sabía a lo que me metía. Sabia que arriesgaba a sentir estas, nuevas y exponencialmente superiores, sensaciones tan incendiarias, que por no poder exteriorizar, me calcinan las tripas, me cuecen el interior, me crema el alma. Eso es lo que mas me jode. Por no poder exteriorizar lo que me pasa o siento, por dentro estoy mutando en una versión mia que aborresco, una versión asquerosamente calculadora, perturbadoramente analitica, elementalmente cruel. Una versión que comencé a labrar muchos años atrás. Estas haciendo que me involucre con la historia. No contigo. Craso error.

Apuesta por mi.

Contigo quiero vivir el amor juvenil, loco y sin horizontes, que siempre quise vivir, pero nunca pude por haberme fijado en las personas incorrectas. Contigo quiero vivir lo que corresponde a un amor correcto, justo, leal. Como jamás lo hice con nadie. Contigo quiero que lo nuestro sea perfecto, en igualdad de condiciones. En medidas exactas, con intenciones idénticas, y miradas mellizas. ---------------------- Se que ya ha pasado la epoca de ese amor de ensueño, idealizado y que creemos que solo acabará con un "para siempre". Se, además que lo nuestro, por como ha comenzado, está totalmente lejos de ser "correcto", mucho menos "justo" También se que en esto del amor, no hay igualdad de condiciones, siempre alguien da más, alguien lleva de la mano, alguien guía. Definitivamente no hubo, hay ni habrá medidas exactas, ni con nosotros, ni con nadie. ---------------------- Sin embargo apuesto por ti. Apuesto por lo que siento, pero sobre todo,

Beso

Por unos brevísimos instantes lo único que se escuchó en la sala, por encima de la música de fondo, fue el revoloteo de las lenguas, el torrente de saliva en ambas direcciones, el chasquido de esas dos bocas encaramadas como alacranes en celo. Sofía salió del beso abruptamente, sin ternura, como si acabara de cumplir con un trámite bancario. Raul, en cambio, se quedó con los ojos cerrados y se demoró en regresar al juego. En realidad, no regresó más. Permaneció dándole vueltas a lo que acababa de ocurrir. El castigo de Sofía había resultado un premio para él, un premio que ya no se le permitía seguir disfrutando. De pronto, se sintió tonto e impotente. Sin anunciarlo, se puso de pie y se despidió. Ni siquiera le ofreció a Sofía compartir el taxi, como había pensado. Se fue nomás, sin excusarse ni dar mucho rollo. Una vez en la calle notó que su molestia continuaba. Pensó entonces en Boris, el vampiro, y se dio cuenta de que captaba su frustración, que podía colocarse en su lugar, q

Patas traseras

Hace algunos años la chica con que estaba saliendo me hizo  una crítica  en la que todavía pienso a menudo, pues me sirvió en su día para entender muchas cosas sobre mí mismo y creo que a fecha de hoy sigue sirviéndome. Me dijo, en mitad de una discusión, que  yo era un buen chico, buenísima persona, pero que “lo estropeaba con las patas de atrás”. No suelo dar demasiadas vueltas a las críticas que me hacen, pero sí medité mucho sobre aquel comentario tan original, posiblemente porque su autora era alguien que me importaba mucho. Con esta opinión lo que me quiso dar a entender es que tengo un buen fondo humano, unos principios sólidos y unas intenciones rectas, pero que  en la práctica mi conducta queda empañada por algunos detalles que, a pesar de su aparente insignificancia, alteran la imagen que los demás tienen de mí.  Mis torpes patas de atrás suelen ser: mi propensión al egocentrismo, mis protestas cuando me piden que haga algo (que al final acabo haciendo), mi tono desp

Coito

«Ahora estoy haciendo el amor contigo. Estoy dentro de ti. Pero, en realidad, no tiene ninguna importancia. Tanto da. No deja de ser un coito. Al poner en contacto nuestros cuerpos imperfectos, no hacemos más que contarnos lo que no podríamos contarnos de otro modo. Y así adquirimos conciencia de nuestras respectivas imperfecciones»